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"Conversación muy verde"


                                    CONVERSACIÓN MUY VERDE

        Por más que mucho se esforzaba el Ceibo nunca lograba pasarle a la Tapia para poder mirar a todo el barrio.
        Lo logró una primavera ventosa y caliente que lo encontró cargado de inmensas y pesadas flores rojas.
      Aunque parezca mentira  esto no le causó ninguna alegría, al contrario, el mismo día que lo consiguió  irrumpió en un ruidoso llanto...

        El gran pino que estuvo siempre a su lado se sintió con todo el derecho del mundo a preguntarle cuál era su pena ahora que por fin había superado la tapia de la casa blanca.      
       -Tantos años queriendo ver para afuera  y ahora que lo consigo no está- Respondió el Ceibo con la voz más verde que nunca-.
        ¿Quién se ha ido?-Preguntó el pino-
      -No te das cuenta, amigo mío ....mi suerte no es la tuya....vos tenés un montón de familia alrededor tuyo, pero yo no. Siempre tuve la esperanza de conocer a otros Ceibos desde acá,pero no es así.¡No veo ninguno!

        No tengo hermanos, ni siquiera un primo...ningún árbol tiene las mismas hojas o flores que yo.
      Déjame observar  a mí que soy más alto- Dijo el pino estirándose un poco tratando de encontrarle algún pariente aunque no fuera tan cercano a su compañero de patio.

       La noticia había sido confirmada. El frondoso y querido Ceibo no tenía familia en esa cuadra, ni en la manzana, y  parecía no tenerla en el barrio.
       Una inmensa tristeza envolvió al Ceibo y a su amigo, y fue tanta que no les permitió cruzar ni una sola palabra más ese día.
      La noche les pareció más larga a los dos y apenas sonrieron con los primeros rayos de sol que empezaron a alumbrar sus copas. Una tibia luz se desparramaba por sus troncos hasta que llegó  a la misma tierra.
        Cuando el añoso pino miró hacia sus iluminados pies comprendió que tenía la solución a la tristeza de su amigo.
      Es ahora, en esta primavera- le dijo- Hay que aprovechar el viento, cuando llegue sólo tienes que sacudirte fuertemente y volarán tus semillas con el aire, alguna seguro caerá en tierra buena y podrás tener un hijo.
          ¡Un hijo!...!UUUUUNNNNNNN   HHIIIIIJJJJJOOOOOO!

          ¿Así de fácil? ¿Una sola sacudida y ya está?
          Bueno no sé si es tan fácil, pero vale la pena intentarlo.
          Ceibo y Pino, pino y Ceibo quedaron en espera del viento de la primavera que ese día no se presentó.
         Llegando el atardecer el alto pino vio las hojas de los árboles lejanos moverse y tuvo la esperanza de que esa ráfaga los alcanzara...... no fue así, sería en otro momento.


         A la mañana siguiente los rayos de sol fueron acompañados de suave brisa en la mañana y en ese instante el Ceibo comprendió que su día había llegado.
         Ocurrió al anochecer, se sentía una quietud caprichosa en el ambiente, de repente el cielo oscureció con un rugido envolvente.... Al viento lo acompañaban hojas, tierra, plumas, una media rayada que no estaba bien agarrada en la soga y la frenética danza del Ceibo, después se cortó la luz.

           Cuando regresó todo estaba igual que antes, mejor dicho, todo parecía estar como antes.
         ¿Lo habré logrado?- preguntó el Ceibo a su compañero-
         -Yo creo que sí- Contestó seguro, lo sabremos pronto.
        Muchas historias verdes se contaron en espera de la verdad, hasta que un día el altísimo pino que creció más y más con tal de poder verlo todo informó:
        -Lo hiciste,  desde acá  puedo verlo, está en la plaza, ahora le están poniendo un palo para que crezca derecho, es chiquito, tiene tus mismas hojas ....es igualito a vos......¡Te felicito hermano!
       Loco de contento se puso el Ceibo al verlo ¡le parecía mentira que esa cosita tan chiquitita fuera su hijo!.....Desde ese día lo primero que hace a la mañana y lo último en la noche es dirigir su mirada hacia la plaza para verlo crecer mientras los rumores del viento le trae alguna  noticia de la vida de su Ceibito.

                                                                Fin 
                                                                                         Adriana Rolando
           
Niños y niñas representando diferentes árboles
ahora representan la danza frenética del viento
                                                        

               ACTIVIDADES SUGERIDAS PARA EL CUENTO

-Confeccionaremos un “instrumento no convencional” para jugar con sonidos:
Necesitaremos una lata y un trozo de globo que lo ataremos en el extremo abierto de la misma- soplando en ella de distinto modo obtendremos diferentes “calidades e intensidades” de sonido.

-Podremos fabricarnos una pulsera de cartulina a la que le agregaremos tiritas de papel crepé verde para “jugar” con el cuento.

  -Corporizamos en el lugar:
            -Elegiremos el árbol que queremos representar:
            -Buscaremos una posición corporal para expresar diferentes árboles..
            .¿Cómo  podríamos representar un pino........un sauce..........un ceibo?
            -Jugaremos como si fuéramos árboles:       
            -¿Cómo se moverá el árbol elegido  por el efecto de un viento fuerte? ¿Y con la
              brisa?
             -¿Cómo se sacudirá  para despedir las semillas con un fuerte viento?


-Corporizamos explorando el espacio:
     - Jugaremos “como si fuéramos semillas”:

-Las semillas saldrán a volar con el viento (al escuchar el sonido volaremos y en 
 ausencia del mismo  nos quedaremos quietos)
-Una semilla  traviesa aprovechará el viento para viajar (al escuchar el sonido
 del viento  podrá correr, saltar con dos pies o con un pie, hacer gimnasia,
 caminar como diferentes animales etc.)


  - Vivenciamos sensaciones (podremos representar):
-Cansancio de la semilla.
-Sueño de la misma.
-Lento crecimiento del nuevo árbol.